¿Por qué el movimiento esperantista celebra los días especiales de los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas? Estos idiomas se han fortalecido no a través de sus logros culturales, aunque sus logros son enormes, sino a través de su poder militar y económico.

Tres de ellos, inglés, francés y español, se han convertido en idiomas mundiales debido a sus colonias de ultramar y otros territorios conquistados violentamente. Los otros tres –árabe, chino y ruso– se han extendido a través de la expansión de pueblos específicos que también conquistaron tierras vecinas para formar (en el caso de Rusia y China) imperios físicamente continuos y (en el caso del árabe) una gran esfera de interés religioso.

En todos los casos, estas lenguas mayores han logrado, entre otras cosas, suprimir otras lenguas menores y sus costumbres: estas lenguas mayores se han convertido en lenguas de comercio, de administración, de educación y de explotación.

Han producido sus Shakespeares, su Cervantes, y merecen nuestra atención por esto, al igual que por sus destacados logros en la ciencia, la medicina, la agricultura, la educación, etc. Muchos de estos logros se deben a la difusión de los idiomas en cuestión, pero a costa de todos los demás idiomas.

El hecho es que las lenguas mayores han suprimido a las menores: sus hablantes se han dado una ventaja sobre aquellos que no hablan las lenguas mayores. Han practicado la discriminación, el trato desigual de los demás y, a menudo, la supresión sistemática de la sabiduría y las costumbres de otros grupos lingüísticos. Han traído los beneficios de tener un solo idioma a sus territorios, pero junto con la supresión de otros idiomas.

Hoy, en el siglo XXI, estos principales idiomas tienen sus días de celebración, y sus logros son dignos de reconocimiento en lo que respecta a la globalización de las ideas, el conocimiento, la tecnología y la educación. Pero al mismo tiempo, nosotros, como esperantistas, mientras cantamos las alabanzas de Shakespeare, Molière y Chéjov, debemos reconocer que el dominio de las principales lenguas pone un peso sobre los hombros de todos los demás pueblos, y que la capacidad de comunicarse a través del idioma en todo el mundo no es una situación de igual a igual, sino una de poder sobre la debilidad.

El esperanto aspira a su propia forma de expansión, no de manera política, ni imperial, sino una expansión de la igualdad lingüística para que cada persona, desde todos los rincones del mundo, pueda acceder a las riquezas culturales y materiales del mundo y ser capaces de trabajar para preservar su hogar terrestre.

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